divendres, 14 de desembre del 2018

LAS ISLAS DE LA DIOSA MADRE. I Las espirales de la Diosa.





LAS ISLAS DE LA DIOSA MADRE

I-Las espirales de la Diosa




Hace unes pocas semanas, llevados de la experta mano de “PAUSANIAS Viajes arqueológicos y culturales”, tuvimos la ocasión de visitar las pequeñas islas de Malta y Gozo, en el corazón del Mare Nostrum.
Situadas al sur de Sicilia y al Noreste de África ha sido poblada desde la prehistoria, por diferentes pueblos europeos, asiáticos y norteafricanos que han dejado un riquísimo legado cultural del que podéis encontrar amplia y suficiente información en la red.
La visita y todo lo vivido en ella, daría lugar a muchas entradas en éste blog, pero como de lo que se tratará aquí es fundamentalmente de la prehistoria y específicamente de las etapas finales del paleolítico, mesolítico y neolítico, he dividido ésta entrada en tres partes:
  1. Las espirales de la Diosa.
  2. La imagen de la Diosa.
  3. Los templos de la Diosa.

Debo recordar a los lectores de éstas páginas que aunque sea licenciado en Historia, lo soy en la especialidad de contemporánea, habiendo ejercido en la enseñanza privada (Academias y Universidades) y en Institutos de Bachillerato durante más de 40 años, la práctica y la vocación me llevaron a interesarme profundamente por la prehistoria y la historia del arte, a las que he dedicado libremente, muchos años de estudio y formación. No obstante para que no quede lugar a dudas, aunque he consultado numerosa bibliografía sobre los temes que aquí se van a tratar, las reflexiones, valoraciones y/o conclusiones que se puedan verter, son de mi propia cosecha y no pretenden para nada, ser verdades universalmente aceptadas. Dejo al lector interesado la advertencia de que sea crítico y someta a su propio juicio todo aquello que pueda leer, escuchar, etc., sin dejar nunca de tener presente que por muy "científica y veraz " que pretenda ser una hipótesis, ésta no deja de ser la expresión del pensamiento de una determinada persona; y todos, absolutamente todos, vemos el mundo a través del cristal de nuestras propias gafas, teñido por nuestras experiencias previas, opiniones y prejuicios.


Máxime cuando se trata de personalidades o instituciones bien asentadas en el mundo “científico oficial”, cuando a las experiencias, opiniones y prejuicios, deberíamos sumar intereses políticos, de posición y económicos que poco o nada tienen que ver con la “ciencia” y/o el conocimiento. Quizás no sea siempre exactamente así, pero recomiendo encarecidamente al lector que tenga esto en mente en todo momento.
Los lectores habituales de éstos mis blogs, saben perfectamente que quien esto escribe, nunca ha ocultado el color del cristal de sus gafas, mi deseo es contribuir en la medida de mis posibilidades y capacidades, a un cambio de paradigma, una revolución radical en la manera de ver el mundo, de los valores socio-económicos y culturales en los que vivimos inmersos –consciente o inconscientemente-, y si es posible, contribuir a despertar una espiritualidad –no ligada a ninguna de las religiones existentes- que nos permita vivir en un mundo libre de la opresión de unos seres humanos sobre otros.
Tras todo lo dicho, podemos empezar con el tema.

En una gran sala del Museo de Arqueología Nacional de Malta, en su capital La Valletta, tan rico y asombroso en contenidos, como anticuado, descuidado y abandonado en sus instalaciones, se encuentran una buena parte de las espirales gravadas en las piedras que decoraban los grandes templos, donde se veneraba a la Gran Madre y donde, según todo parece indicar, tenían lugar ritos y ceremoniales de salud y vida.  
Allí podemos observar, como aquellos artistas neolíticos se afanaron en encontrar diseños cada vez más elaborados y complejos, para transmitirnos el mensaje de dinamismo, movimiento y regeneración que suponemos pretendían hacernos llegar.




En ésta primera imagen vemos cómo la artista plasmó poco más que lo que aparentan ser unas olas del mar.



En las siguientes vemos cóm han ido evolucionando sus capacidades técnicas

¿Pero por qué ese interés?, plasmado en el inmenso esfuerzo de grabar con unas herramientas rudimentarias de piedra y cuerno –no conocían el metal- unas espirales tan perfectas y de gran belleza. No lo sabemos. Quizás no lo sepamos nunca. Pero podemos intentar aproximarnos.
La espiral es uno de los símbolos más antiguos y universalmente utilizados por la humanidad. Desde la más remota noche de los tiempos –como mínimo unos 30.000 años antes de nuestra era- probablemente muchos más, hasta en algunos de los edificios más audaces de nuestro tiempo, 


Torre espiral en Dubai



la espiral nos ha acompañado siempre.
Las representaciones más antiguas de las que tenemos constancia se remontan al Paleolítico, a los Hombres Sapiens, Neandertales y Cro-Magnon, aunque no se puede descartar que fueran utilizados anteriormente en forma de adornos, tatuajes, etc., por otras especies anteriores.
Algunas de las más antiguas són:


Grabado en la pared de la Cova del Comte c. 37.000 ane.

Diferentes muestras de arte parietal y mueble del período magdaleniense



Bastones/cetros con decoración espiral del mismo período


Vista axial de la Venus de Willendor 28.000-25.000 a.n.e


Aunque sería a partir del Neolítico cuando la representación de la espiral asumiría un protagonismo excepcional. Veamos algunos ejemplos.




Newgrange Ireland


Gavrini Bretaña francesa


Sitja del Llop (Pla de la Calma)



El simbolismo de la espiral en diferentes culturas.

Parece que en muchos lugares representaba el ciclo “nacimiento-muerte-renacimiento” así como al Sol, que se creía seguía ese mismo ciclo, naciendo cada mañana, muriendo cada noche y renaciendo a la mañana siguiente. Por semejanza, el hombre prehistórico solía dibujar espirales en sus pinturas rupestres, lo que muchos creen que representaba el ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento.
No hay duda de que abundante y variado es en la Naturaleza el movimiento de la espiral: el recorrido de las partículas subatómicas ante las colisiones, la disposición de los componentes del ADN, algunas galaxias, la simple forma de una concha marina o de nuestros ombligos, los pabellones de las orejas, la caída de las hojas de los árboles, la evolución de las corrientes térmicas o de los ciclones…
Éstos y otros muchos fenómenos deberían de inspirar a nuestros ancestros a representar esa forma tan generalizada.
Entre las culturas aztecas, mayas e incas hay divinidades estrechamente relacionadas con dicho símbolo. Es el caso de Tlaloc, el dios de la lluvia, que era representado saliendo de la boca de un gran caracol espiroide; Tepeyollotli, dios de las cavernas, al que se le observaba soplando un cuerno marino; y la conocida figura del dios Quetzalcoatl, estrechamente relacionado con los caracoles marinos, dado que es el dios de la fecundidad y los vientos. La misma piedra del Sol o Calendario de los Aztecas


Entre los indios de Zuni el primer día del año se celebraba con danzas-espirales que aseguraban la permanecía del ser a través de las fluctuaciones del cambio. Para los mayas, el solsticio de invierno era el momento cero de su cosmología y la espiral el símbolo de dicho instante.
En la tradición hindú está relacionada con el día y la noche de Brahma: El manvántara y el Pralaya. Se trata de fases correspondientes al ciclo de la existencia. El Universo «despierta» y «duerme» cíclicamente, aunque estas fases nos sean imperceptibles, por transcurrir nuestra vida dentro de micropartículas de una de ellas.
En el Hinduísmo la espiral está simbolizada en la tríada de las deidades, Brahma, Vishu y Shiva, Vhisnu es el Cosmos, la suprema armonía de los dos opuestos evolutivos. Brahma es el supremo creador, y Shiva es la destrucción de las formas gastadas, que devora las cosas. Vishnu, surgiendo del mar de leche primordial y navegando en la serpiente Ananta de mil cabezas conserva las cosas en su óptimo nivel expansivo.
Para numerosos pueblos de África negra la espiral simboliza la dinámica de la vida, el movimiento de las almas en la Creación. El glifo solar de las tribus de los Dogón y los Banbara es a este respecto altamente revelador. Está hecho de una vasija de barro rodeada por una espiral de cobre rojo que le da tres vueltas. Ésta simboliza el verbo original, la primera palabra del dios Amma, la semilla de la divinidad. También un amuleto solar de éste mismo pueblo Dogón


Entre los pueblos germanos, una espiral rodea el ojo de la figura del caballo, el cual, subido sobre un carro de naturaleza solar, simboliza la fuente de toda luz.
En el sistema jeroglífico del Egipto antiguo, la espiral designaba las formas cósmicas en movimiento, la relación entre la unidad y la multiplicidad manifestadas. También los primeros habitantes de Europa las dejaron grabadas en cuevas y piedras: muchos menhires y dólmenes lucen espirales, atribuidas más tarde a la cultura celta debido a que ésta las solía utilizar para adornar sus utensilios y joyas rituales.
En la mitología griega se distinguía entre la espiral creadora o dextrógira, atributo de la diosa Atenea, y la destructora o levógira, torbellino hacia la izquierda atributo de Poseidón. Para este pueblo, el umbral entre el mundo de los hombres y el de los dioses estaba simbolizado por el monte Helicón, residencia de las musas y cuya cima estaba siempre envuelta en nubes, que representaban la frontera entre la Tierra y el Cielo. La subida simbólica por las laderas del Helicón se hacía rodeándolo con un movimiento en espiral, cuyo diámetro se iba reduciendo a medida que uno se acercaba a la cima. Esta ascensión espiralada que permitía llegar así, poco a poco, al punto más alto, significaba haber logrado conquistar el propio centro o síntesis, acceder a la unidad de lo divino en uno mismo (el entusiasmo de lo dionisíaco) desde la multiplicidad del mundo terrestre. (Tomado de la web http://www.esascosas.com/)
Juan Eduardo Cirlot, en su interesantísimo Diccionario de Símbolos” nos dice de la espiral: “Forma esquemática de la evolución del universo. Forma clásica con la que se simboliza la órbita de la luna. Forma de crecimiento, relacionada con el número de oro, debida, según Housay, al movimiento de rotación de la Tierra. En el sistema jeroglífico egipcio, este signo, que corresponde al vau hebreo, designa las formas cósmicas en movimiento; la relación entre la unidad y la multiplicidad. 



Se relacionan particularmente con la espiral los lazos y serpientes. Este signo es esencialmente macro cósmico. En forma mítica, estas ideas se han expresado con las palabras siguientes: Del seno del abismo insondable surgió un circulo formado por espirales... Enroscada en su interior, siguiendo la forma de las espirales, yace una serpiente, emblema de la sabiduría y de la eternidad. Ahora bien, podemos encontrar la espiral en tres formas principales: creciente (como en la nebulosa), decreciente (remolino) o petrificada (concha del caracol). En el primer aspecto es símbolo activo y solar; en los dos segundos, negativo y lunar. Sin embargo, la mayoría de tratadistas, y con ellos Eliade, convienen en que el simbolismo de la espiral es bastante complejo y de origen incierto. Provisionalmente, se admite su relación con los animales lunares y con las aguas. Ya las antiguas tradiciones distinguían entre la espiral creadora (que se representaba dextrógira, atributo de Palas Atenea) y la destructora o torbellino (hacia la izquierda, atributo de Poseidón).
Como hemos visto, la espiral puede ser también un símbolo del centro potencial (serpiente y fuerza Kundalini del tantrismo), cual en la tela de araña. Sea como fuere, la espiral es uno de los temas esenciales del arte simbólico (ornamental) universal, bien en forma simple de curva en crecimiento en torno a un punto, o en forma de arrollamientos, sigmas, etcétera. Dice Parkin en Prehistoric Art que ningún motivo ornamental parece haber tenido más atractivo que la espiral. Ortiz la considera semánticamente como emblema de los fenómenos atmosféricos, del huracán particularmente, pero es que, a su vez, el huracán simboliza el desatarse de las funciones creadoras (y destructoras) del universo, la suspensión del orden provisional y pacífico. 



También señala este autor la conexión del viento con el halito vital y el soplo creador. La voluta, forma espiral, simbolizo en las culturas antiguas, según él, el aliento y el espíritu. Y por eso el dios egipcio Toth aparece representado con una gran espiral sobre la cabeza. También por su sentido de creación, movimiento y desarrollo progresivo, la espiral es atributo de poder, que se halla en el cetro del faraón egipcio, en el iituus de los augures romanos y en el báculo actual. La espiral está asociada a la idea de danza, siendo muchos los bailes primitivos de carácter mágico que evolucionan siguiendo una línea espiral. Tanto esta forma danzada, como la que con tantísima frecuencia aparece en el arte desde el periodo neolítico, sobre todo en el ornamentalismo celta de Francia, Irlanda e Inglaterra, se consideran figuras destinadas a provocar el éxtasis y a facilitar una evasión del mundo terrestre para penetrar en el más allá. 



Juzgada desde este ángulo, la espiral es el intento por conciliar la rueda de las transformaciones con el centro místico y el motor inmóvil, o al menos constituye una invitación a esta penetración hacia el interior del universo, hacia su intimidad.

Espiral doble

Completa la forma de la línea sigmoidea, cuyo carácter de comunicación entre dos principios opuestos se especifica claramente en el símbolo chino del Yang-Yin. Dos espirales dobles cruzadas forman la esvástica de ramas curvas, motivo que aparece con cierta frecuencia, aunque no tanta como la ordenación en ritmo continuo de series de espirales dobles. Se ha dicho que este motivo fue creado por la cultura danubiana, de donde irradio hacia el norte y sur de Europa y hacia el Extremo Oriente a través de Asia.
Mientras el meandro de líneas y ángulos rectos es un símbolo de la tierra, la espiral doble parece estrechamente asociada a las aguas. Siendo estas el elemento de transición, transformación y regeneración, la espiral doble las representa en toda su efectividad simbólica. Por eso aparece con tanta frecuencia en la cultura cretense y en otras de evidente carácter marino. Desde el punto de vista cósmico, la doble espiral puede ser considerada como la proyección plana de las dos mitades del huevo del mundo, del andrógino primordial separado en dos partes masculina y femenina, aguas superiores y aguas inferiores”.



Posibles interpretaciones.

Aún es bastante frecuente que cuando nos hablan del arte rupestre, tandamos a imaginarnos, los grandes bisontes de Altamira, los toros de Lascaux y/o las leonas de Chauvet... sin negar en absoluto el valor y la importáncia de esas magníficas creaciones de nuestros ancestros, cada vez se tiende a dar más importáncia a esos símbolos o pictogramas de tipo geométrico, abstractos, icomprensibles, que aparecen un poco por todas partes y que hasta hoy, eran considerados como algo sin demasiado valor, secundario.



Como veremos más adelante, la reflexión y el estudio sobre ellos, nos está aportando una ingente cantidad de información, contextualizando, aquellos bisontes, toros, caballos, mamuts, leonas, ofreciéndonos unas mayores posibilidades de comprensión sobre esas figuras, sus artistas y la mentalidad, ideas, creencias en las que tuvieron lugar.
La ubiquidad y perpetuidad de las espirales nos llevan a preguntarnos: ¿Són los símbolos del arte rupestre un código universal?
La aparición de la escritura responde a una necesidad del Hombre de transmitir conocimientos, fijar las tradiciones de los pueblos antiguos, y comunicarse entre sí. Pero su surgimiento no fue una explosión, sino un largo proceso, que tal vez comenzó con los primeros símbolos dejados en las rocas, fragmentos de piel, madera o hueso, durante el Paleolítico, y que poco a poco se van convirtiendo en pictogramas e ideogramas, ideas y conceptos con un significado establecido, y que comienzan a aparecer de forma recurrente. Desde hace decenas de miles de años aparecen estos símbolos que se repiten una y otra vez, en espacios geográficos y temporales muy distantes. Espirales, cruces, escaleras, ángulos, círculos, semicírculos, manos en negativo y positivo, líneas serpenteantes, zigzags… ¿Por qué?
Pueden haber tenido un origen común y formado parte de un código de comunicación o transmisión de ideas, difundiéndose a través de viajes y migraciones, o tal vez fueron el resultado de una estructura cerebral cognitiva universal. En la antigüedad, estas expresiones artísticas eran normalmente producidas por chamanes/chamanas, que actuaban bajo el efecto de plantas alucinógenas, con las que conseguían estados alterados de conciencia, que generan imágenes mentales similares a lo largo del tiempo y el espacio. Incluso esta percepción e interpretación de la información sensorial, similar en diferentes contextos espaciales y temporales, podría generarse sin necesidad de recurrir a estados alterados de conciencia. Todavía no tenemos una respuesta cierta a este problema, pero lo que sí parece muy posible, es que sean el paso previo de la escritura. Es muy probable que estos símbolos, primeros intentos de comunicación, hayan derivado y evolucionado hacia los alfabetos. Y los más antiguos, al igual que los símbolos del arte paleolítico, comparten infinidad de signos. El vinca (de parte de la actual Europa del Este, 4000 a.C.), el de la cultura Banpo (de China, 4700 a.C.), el de la cultura macedónica (de Grecia y Anatolia, hasta 7000 a.C.) y los proto-griegos (hasta 5250 a.C.), son los alfabetos considerados más antiguos. 


Alfabeto Vinca


Alfabeto Banpo



Todos, presentan signos que se repiten o son muy semejantes. ¿Tendrán un origen común? ¿Serán producto pues, de migraciones e intercambios? ¿O se deberá, tal vez, a una estructura cerebral cognitiva universal, relacionada con la ingesta de sustancias psicoactivas?


La intervención de sustancias psicoactivas


Los patrones geométricos encontrados en pinturas prehistóricas son consistentes con los modelos geométricos de las “inestabilidades de Turing” (nombre científico para la reacción bioquímica en el cerebro que la vincula a una propensión a ciertos patrones gráficos), lo que sugiere un sustrato común que podría ser explicado por el uso ritual de sustancias psicoactivas. Las pinturas de las cavernas hechas por nuestros ancestros del Paleolítico pudieron haber sido realizadas bajo trance con plantas psicoactivas, según propone una nueva investigación realizada conjuntamente por los matemáticos Takashi Ikegamide la Universidad de Tokyo y Tom Froese y Alexander Woodward de la Universidad Nacional Autónoma de México. En ella, se propone que los patrones geométricos presentes en las pinturas de las cavernas (con una edad aproximada de 40 mil años) muestran patrones similares a pesar de su ubicación geográfica, lo que sugiere un sustrato común en su origen, que los científicos ubicarían en la relación de los chamanes/artistas con los efectos de sustancias alucinógenas. 





La recurrencia de ciertos patrones geométricos en la cultura simbólica-material de muchas culturas prehistóricas, comenzando poco después del surgimiento de nuestra especie biológica y continuando en algunas culturas indígenas hasta hoy, se explica en términos de los característicos contenidos de las experiencias alucinatorias biológicamente determinadas. En otras palabras, las reacciones a ciertas sustancias alucinógenas y la forma en que los estados alterados de conciencia produjeron estas representaciones simbólicas, tendrían un sustrato biológico, y los patrones geométricos no serían otra cosa que lo que la matemática conoce como “inestabilidades de Turing”, una serie de patrones gráficos que son consistentes a lo largo de distintas culturas a través del tiempo. Esto sugiere, además, que lo que los chamanes representaban en las pinturas hechas durante el trance no eran propiamente visiones, sino representaciones de los patrones neuronales vistas a través de la hipersensibilidad posibilitada por los alucinógenos, lo que les conferiría su importancia y significación ritual. Los científicos sugieren que los patrones representados tanto en las pinturas prehistóricas, como en la iconografía de indígenas más cercanos a nuestro horizonte temporal, serían pues representaciones mentales de patrones neuronales, cuyo rango de diferenciación, sin embargo, permanece severamente limitado, lo que explicaría el parecido entre las representaciones culturales en pueblos lejanos en el tiempo y el espacio.

2. Una estructura cerebral cognitiva universal


Genevieve von Petzinger (Universidad de Victoria, Canadá) comenzó a elaborar hace años una base de datos con los símbolos que aparecen en distintas cuevas del Paleolítico, 




con lo que pudo comprobar que muchos aparecen de forma constante en diferentes cuevas del planeta entre los 30.000 y los 10.000 años. La hipótesis que defiende Petzinger es que existió un código simbólico universal con significado propio anterior a la escritura que, aunque careciese de gramática (por lo que no se le puede considerar como escritura),  sí que sirvió para la comunicación de ideas o conceptos entre distintos grupos; cree que este sistema fue pionero y se traduciría en la aparición de la escritura posteriormente. Su labor de recopilación le ha llevado a comprobar que  existen unos 26 signos que se repiten de forma constante; aunque ha ido ampliando el área de estudio y ha identificado algunos más. Con su estudio, ha  descubierto que hace 30.000 años ya se usaba el 70% de los  signos del código; estos signos  fueron utilizados durante 20.000 años sin interrupción en casi todas las cuevas prehistóricas datadas entre 30.000 y 10.000 años.  La mayoría son símbolos básicos (líneas, espirales, puntos, cuadrados…) pero también los hay más complejos, símbolos abstractos que transmitirían una determinada idea.  El significado de los símbolos se ha perdido con el paso del tiempo, por lo que es imposible descifrar su significado. A pesar de que ya se habían realizado anteriormente estudios sobre los símbolos que aparecen en distintas cuevas, nadie había realizado una base de datos tan amplia con el objetivo de comparar los signos de todas ellas; sin duda es un trabajo admirable y que debe tener su reconocimiento, al margen de que se pueda o no estar de acuerdo con las conclusiones.




Científicos como Richard Klein (Universidad de Stanford), o Nicholas Conrad (Universidad de Tübingen, Alemania) consideran que la conducta humana avanzada -que implica el uso de símbolos complejos, el arte y herramientas sofisticadas- no apareció hasta hace unos 35.000 años, durante un repentino florecimiento de la creatividad llamada “el gran salto adelante”. Señalando que obras como las de Chauvet, Lascaux y otras cuevas, así como los descubrimientos que sugieren los instrumentos musicales, las barcas y objetos religiosos, se hicieron por primera vez alrededor de este tiempo, los defensores de esta teoría argumentan que un cambio abrupto en nuestro comportamiento -posiblemente debido a mutaciones en el ADN que afectaron a nuestro intelecto y a las estructuras cerebrales- se produjo a medida que los Homo sapiens comenzaron a llegar a Europa. Estos cambios entonces desencadenaron una revolución cultural que más tarde se extendió por todo el mundo. En contra de la opinión de quienes piensan que hace alrededor de unos  40.000 años se produjo en el continente europeo lo que se conoce como “el gran salto adelante”, un despertar repentino del pensamiento abstracto, para von Petzinger, y otros investigadores como Alison Brooks (Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural, Washington) y Peter Mitchell (Universidad de Oxford), hubo un pequeño grupo de signos sencillos que se inventaron en África, y luego en cada zona fueron apareciendo el resto. Desde Eurasia se habrían trasmitido a América. Muchos de los remolinos, cruces, círculos, ángulos abiertos y rayas, vistos en Francia se encuentran también en obras de mayor antigüedad en África. Ellos argumentan que hay un montón de evidencias que indican que los humanos habían alcanzado su potencial intelectual mucho antes de que salieran de África. Recientes descubrimientos realizados en el sur de África incluyen pequeñas puntas de sílex, las cuales pueden ser las primeras flechas que se han hecho, y piezas bellamente diseñadas de ocre que sugieren trabajos artísticos y ornamentos estaban siendo creados entre 70.000 y 100.000 años atrás, descubiertos en 2009 por Christopher Henshilwood (Universidad de Witwatersrand, Johanesburgo). No hubo “gran salto adelante”, un concepto que Mitchell ha descrito como "un sin sentido eurocéntrico".

3. Las formas entópicas


David Lewis-Williams, ya se había dado cuenta de que ciertos tipos de símbolos aparecían regularmente en el tiempo y en el espacio (siempre dentro de un tiempo geológico en el que existiese la misma especie de homínido). Este investigador considera que el hecho de que distintos pueblos paleolíticos hayan llegado a realizar los mismo “dibujos” no se puede explicar por “difusión cultural”, si no que tiene que haber otra explicación. Debido a este fenómeno, llama a estos símbolos recurrentes “formas entópicas”. 




Para explicarlo aporta un modelo neuropsicológico, según el cual las imágenes son el resultado de una arquitectura cerebral cognitiva universal; se explica que cuando experimentamos estados alterados de conciencia (EAC) y llegamos a la etapa de estallido alucinatorio, las imágenes mentales que generamos y percibimos son las mismas o muy similares a lo largo del tiempo y el espacio. Finalmente el investigador concluye que las formas entópicas son derivadas de prácticas chamanísticas; es decir, que los chamanes son los responsables de las pinturas rupestres encontradas en las cuevas de toda Europa. Tal vez no es imprescindible ingerir plantas alucinógenas para llegar a  entrar en un estado de trance en el que se tienen estas imágenes y visiones. No es necesaria la ingesta de psicoactivos para lograr entrar en estado de trance. Se ha constatado que a través de la danza, la música rítmica y movimientos espasmódicos del cuerpo, muchos chamanes lograban tal objetivo. Y al mismo tiempo, sin llegar a entrar en trance total, sino en sus prolegómenos, también se puede llegar a "visualizar" imágenes o signos de tipo geométrico, que serían los "fenómenos entópicos", también conocidos como fosfenos. Quizá las formas más simples (puntos, retículas), podrían aparecer por medio de danzas y ritmos monótonos, mientras que y las más complejas, se podrían deber a plantas alucinógenas concretas. 




Según algunos investigadores, tales visiones inducidas no son momentáneas, sino que persisten durante un cierto tiempo -quizá meses-, de modo que la periódica celebración de ceremonias en que se ingieren algunas de estas drogas, haría que tales fosfenos quedasen incorporados permanentemente en los individuos. De ahí que la visión de la realidad por parte de los individuos habituados a esta ingestión, incorpore inevitablemente los fosfenos a la visión real haciendo, por consiguiente, de esa realidad un mundo fantasmagórico que fácilmente es interpretado mediante mitos. 

4. ¿Simples garabatos de niños?


Por su parte, otros autores como Jessica Conney defienden que la explicación más plausible es que los símbolos encontrados en diversas cuevas paleolíticas de Europa no son más que simples garabatos realizados principalmente por niños, por la razón que fuera, quizá con un significado ritual o simplemente para pasar el rato, algo tan simplista que no pasa de un mero dato anecdótico dentro de las investigaciones serias sobre el tema. 
Como sea, todos los símbolos, sea cual fuere su origen y el porqué de su recurrencia, responden a la misma necesidad: perpetuar la memoria de los antepasados, transmitir esos conocimientos, y comunicarse entre sí, a través de símbolos en el arte paleolítico, signos recurrentes en las primeras escrituras, o palabras similares en los alfabetos modernos… Incluso unas 700 lenguas que hablamos hoy en día en Europa y Asia, de 7 familias lingüísticas que antes creíamos completamente independientes, parecen, según nuevos estudios, estar relacionadas entre sí, tener un origen común (gracias al descubrimiento de la pervivencia de algunas palabras de hace 15.000 años), 





de una lengua a la que se le ha llamado proto-euroasiático. (Tomado de Alex Terra Guerra)
Todas éstas hipótesis quedan parcial o totalmente en entredicho por el hallazgo arqueológico de la denominada Placa de Mal’ta en Siberia:
Mal´ta (Irkutskaya Oblast, Rusia) es un yacimiento siberiano sito en las cercanías del lago Baikal, en el cual se ha documentado una importante colección de representaciones paleolíticas muebles (18.000-15.000 B.P.). Además, el registro arqueológico ha aportado una placa de marfil que el arqueólogo soviético Boris Frolov interpretó como un calendario lunar. 



Se trata de una placa rectangular en marfil de mamut en la que mediante la incisión de orificios se ha dibujado una espiral central con siete espiras crecientes. El conjunto se cierra con dos grupos de espirales menores en los laterales de la placa.
En la espiral central se observan 243 orificios, mientras la suma del resto de las espirales denota otros 122 orificios. Un fácil cálculo de los orificios totales nos da la suma de 365, exactamente la duración de un año. Por otro lado, en la zona siberiana de Mal´ta la duración del invierno se prolonga justamente durante 243 días, por 122 del verano. Un aspecto importante a considerar y que refuerza la consistencia de la interpretación calendárica de la placa de Mal´ta es el ciclo de gestación del reno, básico en la dieta de la zona por su importante aportación calórica que ayuda a combatir las bajas temperaturas, siendo 243 días. En el reverso, pueden observarse tres formes serpentiformes.
Nada de lo que se ve, puede interpretarse como una alucinación debida a la ingesta de alguna sustancia psicoactiva, ni como un fenómeno entóptico, ni parece ser simplemente un signo puramente comunicativo, ni desde luego, un diseño infantil. Todo nos habla de una intencionalidad más allá de lo puramente estético o decorativo. No podemos saber si Frolov está en lo cierto, pero esta pequeña placa insinúa unos conocimientos y una capacidad de observación de la Naturaleza extraordinarios.
Caben aún, por supuesto, otras muchas interpretaciones, pero me gustaría terminar con las conclusiones a las que llegó Anna Polo quien en su monografía sobre las espirales de Malta y Gozo, nos dice:
"Según la arqueóloga Marija Gimbutas, la diosa venerada en Europa durante el Neolítico es una diosa del nacimiento, de la vida, de la muerte y la regeneración, y representa un cicló completo y eterno, que se experimenta como una totalidad. Todos estos aspectos no se contraponen entre sí: la diosa que dispensa la vida es también la que encarna la muerte. A esta última – que, de todas maneras, no representa el fin de todo– sigue inmediatamente la regeneración, en un ciclo inspirado por la observación de la naturaleza, donde el invierno lleva a una muerte aparente seguida luego por el despertar de la primavera y la cosecha del verano.



serpiente esculpida del templo de Ggantija


A la diosa de la vida y la muerte, del contínuum vital, se la representa a menudo como un pájaro o una serpiente, figuras que comprenden todas las posibilidades del espacio (el pájaro vuela en el cielo, mientras la serpiente es una criatura de la tierra y del mundo subterráneo) y del tiempo. La serpiente que cambia la piel para adquirir una nueva simboliza el renacimiento y el cicló continuo de la vida, una energía dinámica en continua renovación). Así es que en la diosa se refleja un equilibrio entre la vida y la muerte, una energía que honora la vida y no teme a la muerte. La espiral, se ha convertido en el símbolo del progreso del alma hacia la vida eterna y demuestra la naturaleza evolutiva del viaje que se emprende. La espiral representada en las antiguas tumbas implica la muerte y el retorno al regazo de la tierra, necesario para que el espíritu renazca en la tierra de los muertos. Muerte y renacimiento significan también la continua transformación y purificación del espíritu en el curso de la vida.
Y continúa: Este descubrimiento reforzó la sensación de que en esos templos antiguos se practicaba un trabajo con la energía -cuyas huellas habían quedado esculpidas en la piedra y pintadas en las paredes de roca por milenios que ha creado una relación con aquellas mujeres que he percibido y definido como Antepasadas, lejanas en el tiempo pero muy cercanas por lo que se refiere a experiencia y sensibilidad.



En Malta y Gozo las espirales están presentes en los templos de Hal Saflieni, Ggantija, Mnajdra, Hagar Qim y sobre todo en Tarxien, siguen en general dos vertientes: una hace hincapié en la simetría y la armonía, con dos o cuatro espirales colocadas una al lado de la otra o en grupos de dos: una subraya la simetría y la armonía, la otra resalta la fuerza vital de la naturaleza, con una sucesión de espirales talladas en grandes piedras rectangulares que sugieren plantas o las olas del mar. Como ya comentado en la descripción de los diferentes templos, las estelas y las piedras grabadas con   espirales parecen indicar umbrales, un recorrido de elevación hacia un altar, de modo de concentrarse y elevar la energía para llegar al contacto con lo Sagrado y lo Profundo.
Con emoción encontré en Tarxien los motivos de espirales tallados en piedra. Pude ver dónde estaban ubicados: todas las espirales marcan los umbrales, áreas demarcadas en las que se sentía una gran energía.
La colocación de placas y estelas grabadas con las espirales ha adquirido un significado más claro y profundo, ligada a su proximidad a los altares: éstas podrían señalar un recorrido de acercamiento al altar, en general ubicado en lo alto, como punto de entrada a los espacios sagrados, ayudando también a concentrar y elevar la energía necesaria para realizar este paso.
La visita a Ggantija marco el momento crucial en el viaje de septiembre del 2010: al entrar en uno de los típicos espacios ovales de los templos, mis brazos empezaron a levantarse por su cuenta, fuera de mi control y a moverse alrededor de la cabeza formando un largo rectángulo, lleno de remolinos con forma de espirales, similares a las grandes losas de piedra talladas con espirales que delimitaban ese mismo espacio.
Hasta ese momento había sentido la energía de la cúspide como una especie de aureola alrededor de la cabeza, pero desde ese momento fue este nuevo registro el que acompañó todas las rutinas posteriores.






Continuamos con la evolución de la técnica del tallado de espirales

Esta experiencia fue muy similar a la que tuve en el segundo viaje al templo de Tarxien, cuando sentí un intenso contacto con una de las antiguas guías ligadas a ese lugar.
De nuevo mis brazos se movieron solos, como si ella los levantara, recogiéndolos en el corazón y volviéndolos a abrir en un movimiento continuo, en espiral, como un signo sagrado que representa un ciclo continuo entre el interior y el exterior, lo sagrado y lo profano.
Exactamente este fue el mensaje que la Antigua guía me comunicó: "Te enseño nuestro signo sagrado. Haz buen uso de él".
Este gesto se repitió en posteriores visites a los templos, como confirmación de una enseñanza que se ha ido perfeccionando a lo largo de los milenios.
La mayor experiencia interna de contacto con lo Profundo a través de las prácticas energéticas parece reflejarse en la belleza cada vez más sofisticada de las decoraciones, que pasan de las espirales toscas de los primeros templos hasta las espirales espléndidas de Tarxien.
Dos estelas en particular parecen contener también un mensaje expresado en forma simbólica, aquéllas   que se podrían considerar instrucciones para un estilo de vida coherente y también una indicación de las condiciones necesarias para la entrada en los espacios sagrados. A pesar de no tener una escritura real, las personas que utilizaban los templos, eran capaces de transmitir su experiencia grabándola en la piedra, como un mensaje dirigido no sólo a sus contemporáneos, sino también a las generaciones futuras.  



Final primera parte1/3